Todo el mundo está pervertido, tan evidente es como quien se ve a sí mismo asaltado por un mismo
pensamiento, la reacción frente a una vagina primordial, que me recuerde a las épocas que nunca pertenecí:
coger no está a nuestro alcance como deberíamos perpetuar la siempre discreta
sensualidad del universo. ¡Qué dolor aqueja a la gente para devorarse a sí misma! Un orgasmo que no llega a su fin, la periferia que nos toca habitar. Vianda todos estos años sin tener sexo, y
me pregunto: ¿es acaso el hombre capaz de devorarse a sí mismo, con todo y fantasías?
Porque a manera de reflexión: ¿qué es el sexo sino una búsqueda de fantasías,
antes del vacío que nos habita? Hay gente que no puede permanecer
a solas mucho tiempo, estas personas son las más peligrosas para una sociedad, violenta como la nuestra, al filo siempre del origen y el desastre.
Maniac super-super sex, dice
una canción de Morphine, la vacuidad engendra mis sentidos, libre soy, pues la
muerte es mi progenie. La época de olvido se presta a comenzar, ya oigo de
nuevo la próxima salida del Iphon moda diezmil, los reportes de la última expedición robótica en Marte ya dieron
resultados. Como si nadie lo temiera. No sé si sueño planetas, quizá
serviría lo mismo una canción oída repetidas veces para alcanzar la híper-conciencia,
peligrosos son los claros en la ruta del abandono, puesto que las nociones
materiales interfieren con una sólida y plena soledad: ahora estamos más
conectados que nunca, con un acceso casi instantáneo a las redes sociales, ¿no
será acaso el inicio de la telepatía? El ser humano necesita de seres humanos que
lo imaginen a su semejanza; adictos a la creación, reconstruimos el olvido. Droga, el nuevo alimento, el soporífero que embauca a las masas. La gente teme
desarrollare a sí misma, escapan de las drogas introduciéndose más drogas,
creyendo que tienen todo el derecho de hacerlo; cada uno de nosotros sacia su desdicha y prepara la alegría para continuar de pie, continuar viviendo.
Pienso en el ser humano como una compañía permanente sobre la ancha bastedad
de la nada. El universo no está anclado a su existencia. Veo al hombre
subdesarrollado como aquel que no puede permanecer solo por tanto tiempo. Quizá
sea el síndrome de la tristeza occidental, el fracaso de las religiones mundiales, que no nos preparan a estar solos. La gente anhela salir a la calle, emplearse, conseguir una ocupación dónde manifestar su equilibrio con el cosmos. Nadie es feliz por sus propios medios.
El sexo es la simbología del mundo contemporáneo. Hemos muerto y renacido, nuestras generaciones están cada vez más cerca de convertirse
en una afluencia enervada de sociedades, grupos humanos protegidos de su vasta agrupación. Sólo, reproduciéndose, el ser humano es capaz de sobrevivir. No especulan que la reproducción ocasiona, de igual forma, la extinción de su propia
especie. Entre más seres humanos, menos oportunidades, más muertes en manos de semejantes, el conflicto no reside en los cielos, no se trata de una guerra espacial, como muchos pseudoteoría ovni ha intentado impugnar. El equilibrio de las generaciones sólo responde a la lucha interna de individuo. El
sexo es la fuente nutricia de la colectividad, en éste se lleva a cabo el conflicto primario.
Hablar
solo, el uso eventual del soliloquio sólo responde a la pérdida de personalidad, que por fin se ha disuelto en el exterior, otorgándole una referencia en
vía del desdoblamiento interno. ¿Cuántas
veces no nos reprendemos a nosotros mismos? ¿Cuántas veces no he sido presa del
arrebato instantáneo, que deja huella en la memoria de los seres? No entiendo nada de hábitos, y por
ello coincido en que están ahí para cubrir las necesidades más básicas, porque
de manera semejante seremos recordados: la especie autodestructiva. Ese sentido
suicida, que parece inherente a la gran mayoría de las masas. Decir que la muerte es una pausa, me parece lo más incongruente que el suicida logra concebir, esa alma cansada, enferma, que debe despertar.
Dentro
de una religión o sociedad, colectivo de personas activas en un cargo
espiritual de democracias obsoletas, es fácil adueñarse del impulso natural
del pensamiento, la primera luz que dio origen a la civilización, ese lenguaje
por el que los testimonios más antiguos pretenden educarnos. Las religiones no
tienen nada que ofrecerme, no acosta del alma. Conozco ahora el sonido único
del fuego. Padezco hambre y frío, extrañando los rayos solares cada mañana, para deleitarme
con ansias y humildad el alimento del futuro. ¡Un instante es más que
suficiente para sentir el girar de toda la madre tierra que tenemos!
Nastero Olvido