III
Si recordamos
una era
para la cual
nunca nacimos,
si hemos visto cultivar
en medio del abandono
añoranzas como síndrome.
Si alguna
desquiciada razón
te soñara entrar por esa puerta,
arrojando laureles,
dispuesta a
tocar el relámpago,
a quemarse como fruto
por si cae desde las cumbres.
Tan malvada
como incierta,
Tan desconocida la victoria.
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