Tú te vienes a morir, me dijo,
yo besé sus ojos
y recuerdo que estábamos vivos,
bien chamacos:
nos la pelaba el amor
con todos sus dientes.
Un día nos quisimos
pues, brincar la barda de los higos,
las tristes penas
queríamos convertirlas en oro
con sólo tocarlas:
Primero cayeron nuestras ropas,
luego ella y luego yo
y yo con ella muy despacio
sobre una cama voyerista "king site";
después sentimos la oscuridad.
Ulisses Luján
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