Desde la sonora inmaterialidad
Viene el cuerpo a estremecerse
Con recuerdos inmóviles en la
piel
Que antaño fraguaban ilusión.
El cariño, partículas
prestadas
Contiene la ausencia del aprecio
Y arroja los deseos al
abismo.
Las terribles ansias de volver a
amar
Frente a una pared blanca sin
angustia,
Arriesgar la vida en un pálpito
Pesadas épocas que marchan sobre el cuerpo
Pesadas épocas que marchan sobre el cuerpo
Bajo los influjos de la luz estrangulada,
Cariñitos que renuncian a menguar
Aunque la tristeza por dentro los
traicione.
No hay más bestia que la domada
Entre sábanas limpias y apetito feroz,
Conforme a la propina
insatisfecha
De los amores que se enfrían
sobre la mesa.
Como tropel incontenible de sostenes
Cuando ligero se nos va el tren
Y la inquietud jamás envejece.
Estrangular la luz es
vivir a solas,
Admitir una deliberada mutación
Con bravura en los síntomas declive,
traidor espíritu el que mata sus deseos
Mientras la noche parece más honda.
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