martes, 30 de agosto de 2016

Para el amor no hay escuela



Desde la sonora inmaterialidad
Viene el cuerpo a estremecerse
Con recuerdos inmóviles en la piel
Que antaño fraguaban ilusión.
El cariño, partículas prestadas
Contiene la ausencia del aprecio
Y arroja los deseos al abismo.

Las terribles ansias de volver a amar
Frente a una pared blanca sin angustia,
Arriesgar la vida en un pálpito
Pesadas épocas que marchan sobre el cuerpo
Bajo los influjos de la luz estrangulada,
Cariñitos que renuncian a menguar
Aunque la tristeza por dentro los traicione.

No hay más bestia que la domada
Entre sábanas limpias y apetito feroz,
Conforme a la propina insatisfecha
De los amores que se enfrían sobre la mesa.
Como tropel incontenible de sostenes
Cuando ligero se nos va el tren
Y la inquietud jamás envejece.

Estrangular la luz es vivir a solas,
Admitir una deliberada mutación 
Con bravura en los síntomas declive,
traidor espíritu el que mata sus deseos
Mientras la noche parece más honda.



Eloísa Lavela

    

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